La magia engloba tantos aspectos que si empezara por alguno terminaría totalmente en el lado opuesto. La magia no es ni grande ni pequeña; no es ni duradera ni efímera; no es fría ni caliente; no es ni moderada ni voraz. La magia en sí es una esencia propia de cualquier ser, a veces invisible a nuestros ojos pero visible para nuestro corazón. A veces, sólo a veces, te das cuenta de que alguien o algo tiene eso que tanto has estado buscando, la magia, el brillo, la luz. Un destello. Cegador. Stop and stare. Buscas y continúas buscando algo que simplemente ha de encontrarte a ti, toparse con tu hombro y sonreírte. La magia puede ser una estación del año, pueden ser unos ojos que te miren fijamente y te transmitan algo sin la necesidad de separar unos labios; puede ser una caricia que te escalofríe; un beso que te pare el corazón y acto seguido el tiempo; un estruendoso grito que alumbre la oscuridad; una canción que te haga sentir, vibrar y que te haga ir en volandas.
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